sábado, 23 de febrero de 2013

Colombia, un país peligroso para el ejercicio de la profesión periodística


Colombia, un país peligroso para el ejercicio de la profesión periodística


“El pasado no está formado solo por hechos “ya pasados”, sino tanto o más por tensiones que presionan sobre el presente, que es el pasado aun vivo del que estamos hechos”
                                                        Jesús Martín Barbero



Por: Ana María Mariño

Desde 1785, año en que nació el periodismo en nuestro país y desde siempre, ha estado ligado a hechos políticos más que a ser un medio para que la sociedad sea escuchada, ya que ha sido una “herramienta” de quienes están en el poder para expresar sus ideales.

Paradójicamente y remontándonos a los tiempos de la colonia y la independencia, el periodismo fue utilizado para mantener informados a los poderes de lo que sucedía con los ejércitos españoles y libertadores,  y de los abusos e injusticias cometidas por parte del virreinato. Así en una época en la que los únicos que tenían libertad de expresión era quienes estaban a la cabeza del poder y teniendo en cuenta la concepción bajo la que se entendía  el periodismo, personajes como Antonio Nariño, fueron desterrados del país.

Pero esta realidad de antaño no es muy distinta a la que se ha vivido por años en el oficio del periodismo en nuestro país, que es aún peor, ya que desde hace más de veinte años a nuestros periodistas no sólo los amenazan y los obligan al exilio, sino que también los han asesinado, en un acto de cobardía y por querer dejar en el anonimato miles de injusticias y crímenes que jamás debían salir a la luz pública.

Según Eduardo Márquez, catedrático de periodismo de la universidad Sergio Arboleda,” de 1988 hasta el año 2004, en Colombia fueron asesinados 126 periodistas, la gran mayoría por cuenta del ejercicio del oficio”[1]. 

Tristemente periódicos como el diario El Tiempo, durante años ha perdido a varios periodistas, todos excelentes y comprometidos con la labor de investigar para contar la verdad, casos como el de Carlos Pulgarín, que es solamente uno de los centenares que han sido exiliados, estremecen el alma, uno de los mejores periodistas  de éste diario y de Colombia en 1999 y quien destapó una verdad que estaba a espaldas de todo un país, fue amenazado por miembros del ejército colombiano y obligado al exilio.

Muchos de los periodistas que son exiliados viven del rebusque, son muy pocos los que pueden volver a ejercer el periodismo, así ese ideal de luchar por la verdad y por informar, queda solo en sus memorias como el recuerdo y el sinsabor de querer hacer más y no poder, sus vidas se resumen ahora a la supervivencia en un país ajeno a sus costumbres lustrando botas, conduciendo un taxi o sirviendo mesas en algún restaurante.

Por su parte, los periodistas que viven el exilio interno en nuestro país, tienen más posibilidades de seguir en el oficio pero desde una perspectiva muy diferente, comentó en un artículo Juliana Cano, Directora de la Fundación para la Libertad de Prensa en el año 2004. ”Regresan a trabajar como periodistas pero tratan de buscar un cambio de frente”, abandonando por completo el trabajo sobre el conflicto armado, las violaciones de los derechos humanos y la corrupción local.

”Se dedican a temas sociales, como salud y educación, y a cubrir cosas como el cumpleaños de alguien en la región o la última inauguración oficial”, precisó. En las zonas de guerra, muchas emisoras comunales se limitan a pasar música y los periódicos muestran un panorama idílico[2].

Por todo lo anterior, me atrevo a decir que todavía quedan muchos periodistas de calidad y que no han perdido el rumbo y tienen claro que la labor del comunicador es una labor social y de compromiso con todo un país, y aunque ahora los medios sean más manipulados que en otra época de la historia de nuestro país, esta minoría sigue ahí mostrando realidades valiéndose de la tecnología para poder cumplir con la labor de informar en uno de los países más peligrosos para ejercer el periodismo según la FLIP.



Martín – Barbero, J. (2009). Una Agenda de País en Comunicación. En: Entre saberes desechables y saberes indispensables. Bogotá: FESCOL